El caserío de Izaskun, la hierba verde, las vacas. Las niñas. El rayo. Arantxa dormida. La bella durmiente y la bruja. La diferencia. Las mujeres del bosque. Sonrisas.

  

"Y así fue. Además de las cucharadas de caldo reconstituyente y los purés de verdura, Arantxa se fue alimentando de trabalenguas, de adivinanzas, de cuentos e historias.

El perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo ha cortado. Lo repetían una y otra vez, hasta que lo decían de carrerilla. Ane, Eli. Ahora te toca a ti, Arantxa.

— ¿Quién es San Roque? ¿Quién es Ramón Ramírez? ¿Por qué le cortan el rabo al pobre perro?

Arantxa se había vuelto muy preguntona. Entonces Izaskun ponía a funcionar su imaginación. Las historias misteriosas. El hombre con la navaja. El sacrificio.

El cielo está enladrillado. ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será.

Se morían de la risa. Otra vez, otra vez.

— ¿Por qué van a enladrillar el cielo?

— Arantxa, es un trabalenguas.

— ¿Nadie va a enladrillar el cielo?

— Claro que no. ¡Es imposible!

— Menos mal, no me gustaría mirar al cielo enladrillado.

Y después de unos minutos insistía.

— Si hacen un muro de ladrillo, ¿en qué lado estarán las nubes? "

Este libro fue finalista de los Premios Euskadi de Literatura, modalidad juvenil, en el año 2012

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