GRETA CONOCE AL HOMBRE MÁS VIEJO DEL MUNDO

            ─ Hola Matu, ésta es Greta –gritó Simba.

Greta observó a aquel hombre, tan arrugadito, que se elevaba a tan sólo unos palmos del suelo y dormía en una caja de zapatos.

─ Hola Greca –le contestó el hombre.

─ Me llamo Greta.

─ Ya, ya lo he oído, Gerca.

─ Tienes que gritarle mucho –le dijo Simba-. Es tan viejo que casi no oye.

─ ¿Cuántos años tienes, Matu? –le preguntó Greta curiosa.

─ ¿Y cómo quieres que me acuerde? Muchos, muchos. Cien o doscientos, o quizás trescientos. ¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes esa cara de sandía agria?

─ Sandía agria quiere decir mejillón constipado –le susurró Simba a Greta.

─ Greta está triste porque tiene que repetir curso –le dijo Simba a Matu.

─ ¿Sentir el pulso? ¿Y eso qué es?

Greta intentó explicárselo, pero no era fácil. Al final lo resumió en una frase.

─ Creo soy más lenta que los demás niños -dijo.

─ ¿Menta? ¡Ah! ¿Lenta? Corre un poco, que yo te vea -dijo poniéndose unas gafas que le quedaban grandes y resbalaron de inmediato por su nariz.

Greta dio unas vueltas alrededor de un viejo carromato en cuyo interior vivían las ardillas peleonas, y que por suerte en ese momento estaban echándose la siesta.  

─ Corres bastante bien –le dijo el enano, cuando la niña se detuvo de nuevo a su lado.

─ Yo pienso lo mismo –dijo Simba.

─ Soy lenta aprendiendo –dijo Greta recuperando la respiración.

─ ¿Vendiendo? ¿Y qué vendes?

─ ¡Aprendiendo! –gritó Greta-. Habrá niños que piensen que soy un poco tonta.

─ ¿Tonta? No es fácil saber si una persona es tonta o no –sentenció Matu-. Vamos a ver, contesta a mis preguntas. ¿Cómo me llamo yo? ¿Cuántos años tengo? ¿Qué tengo escondido dentro del bolsillo?

─ Te llamas Matu, tienes entre cien y trescientos años y no tienes nada escondido, porque ni el pantalón ni la chaqueta que llevas tienen bolsillos.

─ Yo creo que no eres tan tonta la verdad –dijo Matu rascándose la oreja-. Y corres bastante. No entiendo por qué estás triste. Si quieres, yo puedo adoptarte. Tengo ya cuarenta y siete bisnietos, uno de ellos astronauta. Piénsatelo.

─ Adiós Matu –le dijo Greta, siguiendo a Simba que tiraba de su mano.

─ No me llamo Manu, me llamo Matu. Matu de Matusalén.

 

Creo que esta niña es bastante despierta, pero quizás esté un poco sorda, se dijo el viejo mientras las veía alejarse. Quizás lo que necesite Greca sea una buena trompetilla, concluyó.

Contacto

Atención: Los campos marcados con * son obligatorios.